La empresa se plantea dos tipos de decisiones o cuestiones sobre la temporalidad relativa a la circulación de valor, ya sea referente al citado «ciclo de explotación» (a corto plazo), o al «ciclo de capital» correspondiente a varios ejercicios económicos.

El argumento asociado a las decisiones de inversión suele girar alrededor del largo plazo, comprometiendo un conjunto de factores durante un periodo de tiempo, elección que pretende la creación de una estructura económica (inmovilizaciones técnicas) cuyo desarrollo facilite la actividad productiva sostenible en un plazo determinado, requiriendo además una serie de inmovilizaciones de ejercicio también necesarias para el normal transcurrir de este proceso, conocidas como «capital circulante mínimo» o «fondo de maniobra». Todos estos retos y compromisos financieros implican riesgos concretos, lo que genera la necesidad de elegir ciertos criterios de selección ante diferentes escenarios de inversión alternativos.

Desde un esquema inicial la inversión se caracteriza como «el factor que promueve el desarrollo económico» o que facilita la existencia del proceso productivo por el que se obtienen determinados bienes y servicios y, consecuentemente la creación de riqueza.

Una iniciativa de inversión siempre responde a la transformación de recursos financieros que se encuentran en manos de los inversores, captados vía mercados financieros, indistintamente de su naturaleza y función en determinados activos o bienes específicos que ostentan la capacidad de producir u obtener rendimientos o renta a través del proceso de transformación de valor. Concretamente este rendimiento en el contexto de una empresa industrial se logra con la fabricación y venta de productos tangibles, mientras que en la realidad de una compañía de servicios tal rendimiento se alcanza con las ventas, con la prestación de servicios.

Generalmente en materia económica la inversión resulta ser toda materialización de recursos financieros en activos bajo un prisma de «consumo» (activo circulante) como de «equipo» (activo fijo). En todo caso, en el contexto de la empresa se suele asociar la inversión con temas estructurales, activos fijos o el largo plazo.

La componente de decisión en las compañías debe responder a cuestiones cuantitativas (cuánto invertir), cualitativas (en qué invertir) y políticas (quién invierte). Por tanto, aparece el proceso de inversión requiriendo una serie de márgenes superiores a los costes marginales. Normalmente, se tiene en cuenta como ingreso, retorno o rendimiento de la inversión, su propia rentabilidad (Ro), así, para poder diagnosticar y determinar la viabilidad de una determinada inversión se requiere el planteamiento del proyecto a modo de proceso temporal como una corriente de cobros y pagos, lo que genera saldos periódicos o flujos de caja sobre los que aplicar los métodos para la elección del proyecto.

Dentro de este argumento las inversiones pueden clasificarse en función de diferentes alternativas y naturalezas, a saber:

  • Según su relación con la estructura económica de la empresa:

– Inversiones fijas o del activo fijo.
– Inversiones de circulante o fondo de maniobra.

  • Según su finalidad:

– Inversiones industriales y comerciales o aquellas que dotan a la empresa de una estructura técnica, apta para producir.
– Inversiones en investigación y desarrollo (I + D) o dirigidas para crear las bases de la innovación tecnológica.
– Inversiones sociales o destinadas a la mejora de las condiciones de trabajo y ambientales de la organización.
– Inversiones financieras, bien con el ánimo de controlar otras empresas, o bien para buscar rentabilidad a los excedentes financieros.

  • Según los motivos de su realización:

– Inversiones de renovación de la estructura técnica, motivadas por el envejecimiento u obsolescencia de los activos que la componen.
– Inversiones de expansión de la actividad actual.
– Inversiones de innovación o de modernización del sistema técnico para mejorar la posición competitiva.
– Inversiones de diversificación o que tienen por objeto mejorar o defender la posición competitiva a través de la elaboración de nuevos productos y la venta en nuevos mercados. Las primeras son de carácter ofensivo y las segundas de tipo defensivo.

  • Según su interdependencia:

– Inversiones autónomas o proyectos independientes.
– Inversiones sustitutivas o proyectos excluyentes.
– Inversiones complementarias o proyectos dependientes entre sí.

  • Según las corrientes de flujos netos de caja:

– Inversiones simples o proyectos cuya corriente de fondos se caracteriza por un pago inicial y unos ingresos posteriores (cobros netos). Estas inversiones se caracterizan por esta sucesión de signos:

– Inversiones no simples o proyectos con una corriente de fondos que se inicia con un desembolso inicial y unos flujos de cajas positivos y negativos, por ejemplo: