Tras haber sido objeto de examen el papel jugado por bancos, hedge funds, agencias de rating, autoridades de supervisión, e incluso bancos centrales, en la crisis financiera y económica, Bruselas centra ahora su atención en las auditoras. En palabras de Michel Barnier, comisario de mercado interior y servicios, «la crisis ha puesto de relieve una serie de fallos en el sector de la auditoría, aunque éstas estuvieran en primera línea, porque verificaban las cuentas de los grandes bancos». Realmente, si nos detenemos en la actividad de las auditoras entre 2007 y 2009, observamos cómo avalaron las cuentas anuales de un gran número de entidades financieras con unas peŕdidas especialmente considerables.

Bruselas, fruto de dicha preocupación, publicó el 13 de octubre el Green Paper o Libro Verde para la reforma del mercado de la auditoría europea. Entre las cuestiones  planteadas, y casi tratadas hasta ahora como temas tabús, se encuentran  la independencia de las auditoras, la fiabilidad de sus informes y la situación de oligopolio de las cuatro grandes (Deloitte, Ernst y Young, PricewaterhouseCoopers y KPMG). Por otra parte, respecto a las medidas más significativas propuestas, aparecen, entre otras, la «auditoría conjunta» -siguiendo el modelo francés, donde las grandes empresas cotizadas estarían obligadas a contratar los servicios de una segunda auditora para revisar conjuntamente las cuentas-, la rotación obligatoria de las compañías auditoras y la estricta prohibición de ofrecer servicios de consultoría en paralelo a los de auditoría.

Libro verde para la reforma del mercado de la auditoría