Fue John Maynard Keynes en su Teoría general del empleo, el interés y el dinero, el que explico la posibilidad de que la economía entrase en lo que se conoce como “la trampa de la liquidez”: una situación en la que las medidas tendentes a aumentar la liquidez o cantidad de dinero existente no tienen ningún efecto para dinamizar la economía y las autoridades monetarias no pueden hacer nada.
En esa peligrosa tesitura, acometer un vasto programa de inversiones pública es el único motor o solución que puede arrancar de nuevo a la actividad económica.
Se trata de una situación vivida durante la gran depresión del 29, y que para algunos analistas, sin llegar a la magnitud de aquella, es la padecida desde hace años por Japón.
Para muchos, el peligro de la región del euro es caer en ese peligroso cuadro macroeconómico de deflación y recesión, es decir, de depresión económica.
Las últimas medidas de expansión cuantitativa adoptadas por el Banco Central Europeo, aunque tardías han sido, en general, muy bien recibidas.
Ahora bien, para conjurar los riesgos existentes es urgente acometer el macro plan europeo de inversiones de Juncker, cifrado en casi 320.000 millones de euros y dirigido a estimular la demanda agregada precisa para impulsar el crecimiento económico.
España ha pedido a Bruselas cerca de 53.000 millones de euros para proyectos centrados especialmente en infraestructuras de transporte y de energía, como las interconexiones a través de los Pirineos.
Dada la dimensión de las economías, probablemente sea imprescindible incentivar a la demanda con medidas excepcionales en el ámbito fiscal, que sin perder de vista la necesaria eficiencia económica de las mismas, constituyan el estimulo preciso para despertar a la economía.
Además de las ya tradicionales objeciones de Alemania, lo malo es que del total de los 2.000 proyectos presentados – suponen alrededor de 1,3 billones de euros- la propia Comisión ha señalado que se trata de un “informe de peticiones «dinámico y aún no definitivo, en el que se pueden añadir o quitar iniciativas”.
En fin, de nuevo mayores retrasos… ya saben aquello de “que las cosas de palacio van despacio”… una prueba más de la inoperancia actual de las instituciones europeas.