El pasado lunes comenzó en la sede de Le Bourget, donde se celebra la cumbre, una semana de reuniones y negociaciones que será clave para el futuro económico y social de todos y cada uno de los países que firmen el posible acuerdo, y para el del planeta en su conjunto.

Mientras los más optimistas esperan que esta nueva Cumbre del Cambio Climático se convierta en el principio del fin de los combustibles fósiles, los más recelosos advierten de las grandes diferencias políticas existentes, especialmente entre los países desarrollados y los países en desarrollo, que podrían dificultar las negociaciones.

Lo que unos y otros esperan es que esta no sea una Cumbre más, de las que han tenido lugar durante los últimos 20 años, y que se sienten las bases sobre las que articular un desarrollo económico y social integral y sostenible.

Estaremos pendientes.